Nací un jueves primero de diciembre del año mil novecientos ochenta y nueve, exactamente 22 años antes de hoy, día en que entrego esta autobiografía. Me nombraron Diego Alexis y bueno, el resto de mi nombre, es cosa imperativa. Mi mamá es Janet Rojas, Mis papás son o eran, Patricio Valenzuela y Carlos Lassalle, el primero aún vive el segundo no, el primero es Político el segundo Biológico, al primero lo amo desde que nací al segundo no lo alcance a amar. Entonces tenemos que me llamo Diego Alexis Valenzuela Rojas.
Mi infancia tuvo desarrollo en una de las comunas más pobres de Santiago, Cerro navia. Mis padres tan esforzados dieron un vuelco grande a nuestras vidas, hoy tenemos más que ayer, vivimos en una bonita casa en un barrio tranquilo de Maipú y pertenecemos a lo que llaman clase media. A la familia se sumaron dos personas más con el pasar de los años, primero Patricio Sebastián, luego Daniela Victoria mis hermanos ambos.
Una persona importante a mencionar es mi abuela quien me enseñó desde siempre a vivir como se vive según la biblia, aparejado y en contradicción a esto (quizás) , siempre supe que me gustaban los hombres, cosa terrible teniendo en cuenta que tenía una vida principalmente cristiana, a los siete años ya estaba en lo que estuve inmerso más de doce años, una constante batalla interna contra mí, contra los demás, miedo envolvente y destructivo. Este sentimiento me acompañó (tal vez aun quedan mermas de él) en los colegios a los que asistí, a las salas donde estudié, lo que lamentablemente me hizo lo suficientemente débil como para que el resto del mundo notará mi debilidad y la usarán para su vanagloria, ellos eran fuertes y podían contra mí, porque yo tenía algo que me hacía inferior a ellos, ellos eran los gigantes yo era el ínfimo que tenía un demonio que ocultar. Difícil.
Tuve grandes amigos, siempre solía tener pocos amigos, amigos a los que quería demasiado y quererlos tanto me hacía bien, y ellos quizás no saben eso de mí.
Leí mucho, estudié normal, tenía buenas notas, siempre muy apegado a las artes en mi cabeza en la práctica medio lejos, para cuando me gradué de enseñanza media, tenía promedio seis y quería estudiar Derecho en la Universidad de Chile, pero mi puntaje fue inferior en un punto al último seleccionado, lloré harto, era importante para mí, entré a clases de teatro aprendí mucho, tenía buenos profesores, terminé incluso figurando en un cortometraje que estrenaron tiempo más tarde en la sala de teatro de la Moneda. Conocí a Catalina.
Di nuevamente la prueba, esta vez el océano pacifico seguramente supo de mí y me quería cerca, me falto un punto otra vez, pero esta vez no lloré, decidí matricularme en la Pontificia universidad católica de Valparaíso en Derecho, y hasta el momento no me he arrepentido.
A los dieciocho mi mamá preguntó un día cualquiera, si yo tenía un problema, y le dije: sí tengo uno me gustan los hombres, lloré, uno llora cuando dice cosas así. Casi que lo celebramos al día siguiente en un restaurant los dos, me dijo que me amaba. Le cambia la vida a uno cuando decide que dejará de ir en contra de sí. Periodo de construcción de una identidad solida. Terminaron por enterarse los de mi familia, siempre supe que todos me dirían algo así como “¿y qué?” al final todos dijeron “te amo” y no era necesario lo sabía, pero lo dijeron y cuando has pasado tantas cosas es bueno escucharlo.
Apareció Paulina Fredes durante mi primer tiempo en Valparaíso, ahora es de las personas más importantes en mi vida, podría escribir mil páginas sobre ella, pero esto se trata de mí.
Hoy me gusta mi vida, me gusta como soy y no sería otro.